Sorprendió, por cándida –¿o cínica?– la declaración de Adán Augusto López sobre la actuación delincuencial de quien fuera su secretario de Seguridad en el gobierno de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena: “La verdad es que no sospeché”.
Sorprende también, que desde Palacio Nacional se hagan tímidas defensas de la gestión de Hernán Bermúdez como secretario de Seguridad, cuando tanto la presidenta Claudia Sheinbaum como el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, indican que durante la gestión de Adán Augusto antes de dejar la gubernatura para ser secretario de Gobernación, los indicadores de delitos mostraron una reducción de los mismos.
¿Cómo no iba a suceder eso, si se establecía una paz desde el gobierno en contubernio con la delincuencia? Esa paz terminó por quebrarse cuando un grupo interno de Morena compitió y le ganó a los seguidores de Adán Augusto López la gubernatura. No es casualidad, sino un claro indicador, que el hermano del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, José Ramiro, ahora secretario de Gobernación en Tabasco, afirmara públicamente que “ya está saliendo toda la pudrición”.
Las diferentes señales que surgen particularmente de Palacio Nacional y el equipo cercano a la presidenta Sheinbaum Pardo, indican que el escándalo de Adán Augusto López y Hernán Bermúdez no se constriñe sólo al hecho de que el ex funcionario y ahora prófugo haya decidido hacer fortuna como funcionario público y cabeza del crimen organizado. El tema tiene alcances mayores: se trata de la lucha interna por el poder en Morena y en la presidencia.
Adán Augusto López, “mi hermano”, como lo describió el ex presidente López Obrador, sigue siendo un operador permanente del líder venerado de Morena. La presidenta Sheinbaum no ha emitido una sola crítica contra el ex presidente a pesar de las herencias negativas evidentes que le dejó en diferentes áreas de gobierno. Sin embargo, la carrera por el poder que apunta a las elecciones de los años 2027 y 2030 ya arrancó y el primer adversario de la presidenta es el coordinador de los senadores de Morena, Adán Augusto.
La meta final no es detener a Hernán Bermúdez (eso se conseguirá eventualmente), ni tampoco actuar judicialmente contra Adán Augusto, protegido por su fuero senatorial. La meta es derrotarlo en las elecciones de 2027 y en su amplia red de protegidos políticos en el país y en varios sectores del gobierno federal, especialmente (como ha informado) en las operaciones de aduanas y puertos.
Vencer a Adán Augusto política y reducir su grupo, es el triunfo que persigue el grupo político presidencial.