Como diputado federal por Morena y como jalisciense comprometido con la realidad de nuestro campo, hoy hablo desde la experiencia sobre un tema que nos preocupa y nos duele: La crisis del maíz y las injusticias que por décadas han enfrentado nuestros productores.
Lo digo con firmeza y convicción, ¡no será con bloqueos carreteros como se salvará el campo mexicano!, sino con acuerdos, diálogo y compromiso entre quienes formamos parte de esta cadena: los productores, las empresas harineras y los gobiernos.
Desde la Cámara de Diputados he insistido en que los empresarios harineros deben asumir su responsabilidad histórica y comprometerse con un precio de garantía justo por tonelada de maíz. No se puede permitir que las enormes ganancias del sector industrial dependan de pagar el precio bajo a quienes realmente trabajan la tierra.
La presidenta Claudia Sheinbaum lo expresó claramente, y coincido: “Necesitamos un acuerdo tripartita en el que participen empresas harineras, gobiernos estatales y gobierno federal”. Ya dimos pasos importantes con los productores del Bajío, ahora debemos avanzar en otros estados.
*El abandono neoliberal y la dependencia del maíz extranjero*
La crisis actual no es casualidad, es consecuencia directa de un modelo que durante décadas abandonó al campo, desde el Tratado de Libre Comercio impulsado por Carlos Salinas de Gortari, abrieron las puertas de par en par a las importaciones de maíz, bajo la idea engañosa de que comprarlo barato a Estados Unidos sería suficiente para sostener nuestra producción ¡y no lo fue!
Nunca se tomó en cuenta que los agricultores estadounidenses compiten con subsidios multimillonarios, mientras que nuestros productores fueron dejados a su suerte.
Hoy los resultados son claros y dolorosos: México, cuna del maíz, es uno de los países que más importa en el mundo. Tan solo en los primeros nueve meses de 2025 ingresaron más de 19.4 millones de toneladas, incrementó 6.6% respecto al año anterior. Y se estima que al cierre del año podríamos llegar a 24.7 millones de toneladas importadas.
Es absurdo que, siendo el maíz nuestra herencia más profunda, hoy dependamos del extranjero para abastecernos.
Si queremos revertir esta tendencia, las empresas deben comprometerse y no pueden seguir supeditando sus ganancias únicamente al bajo precio internacional del grano.
Les pido responsabilidad, visión de largo plazo y compromiso con México. La autosuficiencia alimentaria no es un discurso, es un objetivo estratégico para nuestra soberanía.
*El camino es el diálogo, no el conflicto*
Entiendo el enojo y la desesperación de los productores, el precio del maíz está por los suelos, y aunque desde el sexenio pasado se buscó establecer un precio de garantía más justo, los recursos federales no han sido suficientes. Pero bloquear carreteras no es el camino, no es la solución. Lo que necesitamos es construir puentes entre los sectores, no romperlos, es momento de dialogar y alcanzar un acuerdo que permita sacar adelante al campo mexicano. Los productores lo necesitan, y el país entero lo necesita.
Porque defender el maíz es defender a México.